El Observatorio de Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales ha hecho balance del primer año de aplicación de la ley Sinde-Wert, y se muestra escandalizado y alarmista. Los resultados que despliega arrojan una mala imagen del consumidor, que no vamos a desmentir: una gran masa de la población se ha acostumbrado a no pagar nada por obtener productos culturales (música, películas o, lo que a nosotros nos concierne, libros). Cierto. Pero lo que resulta para nosotros realmente alarmante no es eso, sino que a ello, la Coalición de Creadores e industrias de Contenidos, que es quien encarga el estudio, no proponga ningún tipo de estrategia novedosa que pudiera cambiar el paradigma de oferta cultural (plataformas legales de contenidos a precio razonables, “tarifas planas” de contenidos, apoyo a propuestas como Spotify o 24symbols…), sino que sólo parezca preocupada de que la mano dura del gobierno no haya acabado resultando tan dura