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letras mexicanas narrativa latinoamericana realismo mágico
#1 Uno se deja llevar por lo poco que conoce y por lo que le han dicho. Lamento que así sea, pero la verdad es que podemos llegar a ser bastante prejuiciosos. Y eso impacta en muchos sentidos y ámbitos. En la lectura, como en la vida, de manera diversa pero análoga, podemos en ocasiones dejarnos llevar por falsas impresiones, por errores de juicio y por recomendaciones no siempre exactas de otros lectores que nos hemos ido topando por el camino. Algo así me pasó con Elena Garro. Y me pasó por la necedad de no leerla en directo. Hoy, sin duda, celebro haberlo hecho.
Me deje llevar, debo decirlo, más por los comentarios e impresiones que atrae su historia y su figura, controvertida por el tema del matrimonio-divorcio con Octavio Paz como por las revueltas políticas de los años 60, hasta por el romance con Bioy Casares, que por la obra de su pluma en sí misma considerada. Que Elena sea una mujer controvertida y polémica me parece cierto, que eso desacredite sus textos se me revela como una gran injusticia.
Crecí en una generación que consideró a Gabriel García Márquez como un autor referencial; ahora, pasado a mejor vida, pareciera consagrado en dicha clasificación. El "Gabo, polémico en lo suyo ciertamente, se nos presenta como alguien que tenía "don de gentes", mucho más habilidades sociales, posibilidades entonces de relacionarse de modo por demás adecuado entre muchos escritores de su generación. Es un tipo que hasta en foto tiende a caer bien. Mi generación, algunos compañeros de gustos literarios, tienen me parece a sobrevalorar su relevancia. Se adornan con aquella clasificación, supuestamente del dominio de todos, del "realismo mágico". A ellos habría que recomendarles, en calidad de urgente, la lectura de una novela, clasificada incluso por el ex-esposo de la autora, como "una de las creaciones más perfectas de la literatura hispanoamericana contemporánea".
No tengo la menor duda en decir que "Los recuerdos del Porvenir" es sin duda una de las novelas que más he disfrutado y de las que más me ha impactado en cuanto la estructura narrativa, la descripción y diálogo entre los personajes y la lectura, aguda y crítica, de la época que retrata y del futuro, producto de las consecuencias de aquello que se ha contado con minucia y con gravedad.
Abordando el espinoso tema de la Guerra Cristera, algo que es como un silencio pactado entre diversos ámbitos y actores sociales, nos releva el impacto de un conflicto no solo político sino cultural. El modo de comprender la vida, la ausencia de esa comprensión, el rechazo explícito incluso por comprender, conviven en una lucha y tensión constante. Un ir y venir, una búsqueda mueve a los personajes; desesperadamente, ante el golpe del presente, viajan al pasado para comprender el futuro poco venturoso que se asoma detrás de las piedras. Piedras con epitafios, voces que toman color y forma humana. Condenas irredentas a las que no tiene sentido alguno oponer resistencia.
Es quizá la novela, un difícil reflejo de la propia búsqueda incesante, dolorosa, de quien la escribe. Es el orden en el texto, el que brilla por su ausencia en la vida real. Una magistral forma de contar la ficción ante la imposibilidad de narrar la realidad que la circunda; Elena Garro da vida al porvenir que recuerda pero que, a fin de cuentas, parece condenarla a un olvido injusto, denigrante y oscuro del que solo algún lector, dispuesto a vencer los prejuicios y el status quo cultural (Octavio el Grande; Elena, la vergüenza), puede sacarla.
Si Juan Rulfo es un parteaguas de la comprensión y el alma mexicana de la búsqueda y juicio de la figura del "padre", no tengo duda en decir que Elena Garro "desgarra" consigo, y con su historia, un México abierto a la veta femenina, a la manera femenina, y por ello original, de comprender aquellos sucesos que nos pasan y nos pesan, que nos atormentan y de los que es difícil desprendernos. Ella tenía el consuelo de los gatos, ¿nosotros?, me atrevo a decir que el consuelo de su inigualable genio creativo.